Cuando conocemos a Morfeo por primera vez, The Sandman, el rey de los sueños, interpretado por un Tom Sturridge perpetuamente hosco, es capturado en un ritual oculto por un aristócrata y encarcelado en una burbuja de cristal. Sentado con las piernas cruzadas y desnudo en el cautiverio (podrían darle algo de ropa, al menos, pero este ya sería otro tema…), da a sus captores el tratamiento de silencio durante todo un siglo. Puede que sea una de las muestras de mezquindad más encomiables llevadas a la pantalla.
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